Autor: Francisco Hernández Palencia

“Cuando pones la vida en perspectiva te encuentras drásticamente solo, tu conocimiento, tu esfuerzo, tu cansancio y tu dolor…”
Coach Clemente Carmona

Domingo 31 de marzo del 2019.

Puerto de Veracruz, Ver.

-Te vemos en 10 minutos Compadre, ya no llevo cel-, fue el último mensaje que envié, nos veríamos afuera del hotel donde se hospedaba Leo con sus papás y hermano. La salida de la prueba sprint sería a las 08.40 am, Leo, Iván y yo saldríamos 5 minutos antes para evitar riesgos al entrar al mar.

Exactamente no recuerdo, pero regresábamos de rodar y en casa de la tía Blanca(abuela de Leo) estaba ahí sentadito viendo el baseball(aficionado de hueso colorado), le va a Boston.
Entramos y nos miraba con cara de asombro, supongo por el casco y el uniforme ciclista cuando de pronto se escuchó su vocecita y dijo, -quiero andar en bici, yo quiero ser un campeón-, Leo tiene una mirada muy característica cuando pregunta o pide algo(es una mirada que te dice “dame la respuesta que quiero oir”), me acerqué a él y le dije, quieres hacer un Ironman con nosotros??, y un rotundo SIII ¡!! silenció la sala.

El sábado previo a la competencia se realiza la prueba de natación, el viento era muy fuerte y las olas se incrementaban; hicimos un ejercicio 1, 2, 3, 4 y 5 olas seguidas, 17 segs de ventana para entrar antes de la siguiente oleada.

Entramos Iván y yo y parecía todo bien, ahora el mismo ejercicio con la balsa y todo bien, ahora el mismo ejercicio pero con Leo en la balsa y 17 segs no eran suficientes para entrar con Leo, nos alcanzaron las olas y una de ellas casi lo voltea pero finalmente entramos; cuando nado respiro 2 x 4, cada dos y cuatro brazadas para control de respiración, el plan A fallaba al hacer 4 brazadas la ola nos regresaba 2, así que fuimos a 2×2 y logramos salir, nadar con Leo y regresar a tierra firme aunque el viento era cada vez más fuerte.

En la entrega del paquete de competidor el comité organizador se acercó a nosotros y nos hizo la observación de posible norte y nos pedían cambiar la distancia a Sprint para minimizar el riesgo de la natación, un mar muy picado y los barloventos en la bicicleta, recordando la experiencia de la mañana accedimos con gratísimo gusto y concluimos que lo importante era la experiencia de Leo y realizar una prueba de triatlón. Conforme pasaba el sábado y en la junta previa, el viento iba de 25 a 35, de 35 a 55, de 55 a 65kms/hr.

Llegó el día D, a las 0600 am fuimos a dejar las bicicletas y el carrito remolque para Leo, ya el viento nos aventaba la arena como si fueran alfileres, aún así no perdíamos la esperanza de competir; 0640 salió la media distancia 70.3 y Sprint para las 0840 y ahí veníamos caminando los últimos 400 mts, Leo en su silla de ruedas y su papá lo empujaba, Jorge su hermano traía una sudadera para cubrirse de la arena, y Rosario su mamá me ponía cada vez más nervioso con una y otra y otra pregunta; las boyas no estaban en el agua, de hecho en la arena ya las desinflaban y en la zona de transición los jueces y comité organizador comentaban que capitania de puerto había cerrado el acceso al agua hasta nuevo aviso por lo que nuestro triatlón se convertía en duatlón, 2.5Kms corriendo, 20 kms en bici y 5kms nuevamente a pie. Durante todo el trayecto la porra, los aplausos, el ánimo para Leo no paró, pasaban otros competidores y lo saludaban, lo felicitaban y Leo les gritaba “a que vinimos?, a ganaar¡!, aquí nadie se quejaa!!”, y si ¡!, ganamos ¡!, y nadie se quejó a pesar del clima, de la arena, de no nadar, de cambios de último momento, fue 1hr con 50 minutos de disfrute total para una persona que simplemente ve la vida desde una perspectiva diferente, no se queja y solo está dispuesto a ganar…